Aprende a superar el síndrome postvacacional

Síndrome post-vacacional | Por Lucía Camín, psicóloga

¿Qué es el síndrome postvacacional y cómo podemos enfrentarlo? Generalmente, tras las vacaciones, llega la temida “la vuelta al cole” o a la rutina, que suele venir acompañada de cierto malestar. Esto es lo que se conoce como el síndrome postvacacional, un estado de apatía, a veces angustioso, que a uno le acompaña tras un periodo de descanso. Este malestar que sentimos, es común y queremos compartir contigo algunas estrategias para sobrellevarlo.

¿Qué es el síndrome postvacacional y cuáles son sus síntomas?

El síndrome postvacacional es un estado de desmotivación  y cierto malestar que sufren algunas personas tras su vuelta de vacaciones. Generalmente este estado se produce al enfrentarnos de nuevo a responsabilidades, horarios y exigencias. Y sus síntomas se parecen a los que aparecen en los cuadros de estrés.

  • Desmotivación, falta de energía, apatía y otros síntomas depresivos
  • Ansiedad, nerviosismo, problemas de concentración
  • Inseguridad, sensación de no llegar o de sobrecarga laboral
  • Irritabilidad o mal humor
  • Somatizaciones: alteraciones en el sueño, dolores musculares, cansancio, problemas estomacales, etc.

Desde la psicología, el síndrome postvacacional no es un trastorno o patología estructural de la persona, y suele pasarse en unas dos o tres semanas. Y por lo tanto no suele requerir un tratamiento específico. Aunque si los síntomas persistiesen en el tiempo o se intensificasen, entonces sí es recomendable acudir al psicólogo, porque podría derivar en un trastorno adaptativo.

¿Síndrome postvacacional o duelo?

▷ El trauma de la vuelta de vacaciones

De alguna manera, el síndrome postvacacional es un periodo de adaptación que puede generar un impacto negativo por diversos motivos. Poco a poco podemos sentir en el ambiente cómo la “normalidad” se va apoderando de todos. Así, la televisión cambia, el ambiente urbano cambia, los escaparates cambian. Y sobre todo, la temible vuelta al trabajo ya es una realidad.

Tras un periodo de vacaciones relativamente prologando nos enfrentamos a una nueva configuración de rutinas, que no siempre es fácil de asumir. Ni para el cuerpo, ni para la mente. Así, vuelven los temidos madrugones, la vuelta al trabajo o a los estudios, con todos los esfuerzos físicos y cognitivos que conllevan. Mientras a la vez debemos seguir con las tareas del hogar y con todos los avatares logísticos o prácticos de la vida (atascos, compras…). Esto supone un fuerte contraste con los ritmos más lentos y placenteros adquiridos durante las vacaciones y con la ausencia de responsabilidades.

Pero no solo las rutinas cambian, también nuestras relaciones. Durante las vacaciones solemos tener más tiempo para disfrutar con nuestros amigos y familiares. Por lo general tenemos más tiempo, estamos más relajados y motivados, hacemos planes de ocio mucho más diversos.

Además a muchas personas esta sensación de vuelta a las responsabilidades, les evoca recuerdos negativos infantiles de su vuelta al cole, especialmente tras el verano o las navidades.

▷ Síndrome postvacacional y duelo de las vacaciones

En realidad el síndrome postvacacional es una enorme despedida. Así, decimos adiós a algo fundamental para los seres humanos, nos despedimos de una etapa de disfrute personal. Adiós a los paseos por la playa, por el río, por las calles o por la montaña. A los viajes, que permiten explorar lo desconocido y re-explorar lo conocido. También renunciamos a un multitud de pequeños placeres: a deleitarnos con un buen plato de cocido montañés o de espetos, a dormir la siesta, a tumbarnos a no hacer nada. Y nos despedidos de unas relaciones más íntimas: una buena conversación con amigos, familiares, desconocidos que quizás han dejado de serlo.

También es posible que no hayas tenido las vacaciones de tu vida o que no se hayan cumplido tus expectativas. Y es que planeamos con tanta ilusión esas fechas, trabajamos tanto durante el año, tenemos tantos planes e ilusiones, que quizás, no se hayan cumplido. Quizás hayas discutido con tu pareja, te hayan agotado las reuniones familiares, te hayas quemado demasiadas veces en varios sentidos, te hayas gastado demasiado dinero, o sencillamente no hayas hecho gran cosa y te sientas mal por ello.

Hayas vivido lo que hayas vivido, la realidad es que la vuelta de las vacaciones es una despedida del disfrute, o de la posibilidad de disfrute que allá por primavera soñamos.

Y como todas las despedidas, ésta también trae consigo la tristeza inherente a todo proceso de duelo. Esa emoción tan natural que está directamente relacionada con la pérdida. Así, perdemos libertad, perdemos nuestro ocio, y nos embarcamos en el mundo de las responsabilidades. En una sociedad exigente en que el que todo tiene que estar hecho para ayer, el disfrute, el goce, pasa a un segundo plano.

Yo quiero aprovechar esta tristeza post-vacacional para algo. Y es que podemos usarla de guía para saber qué es lo que queremos en nuestras vidas.

Algunas claves para superar el síndrome postvacacional

▷ Consejos prácticos para amortiguar el síndrome postvacacional

Para superar el síndrome postvacacional, existen algunos tips prácticos o genéricos que quiero recordar:

  • Procura llegar un poco antes de tus vacaciones para tener unos días de adaptación en casa.
  • También puedes ir ajustando el horario de sueño progresivamente, para acostarte a la misma hora que lo sueles hacer entre semana.
  • Igualmente puedes ir introduciendo deberos y obligaciones paulatinamente antes de la vuelta.
  • Si puedes no empezar a trabajar un lunes, puedes hacer que tu primera semana no sea tan larga.
  • Y puedes plantearte nuevas metas ese año, o nuevos objetivos que te generen motivación.

▷ Aprendiendo del síndrome postvacacional: introduciendo el disfrute en nuestras vidas

Cada vez más corrientes de psicología lo apoyan: la diversión es fundamental para la salud mental, para nuestro bienestar. Y este contraste de ocio a responsabilidad que con angustia y tristeza nos enseña el síndrome postvacacional, puede servirnos de guía para experimentar una nueva forma de vida tras las vacaciones. Justamente porque en nuestras vidas lo que suele sobrar es el deber, se vuelve especialmente importante que incluyamos en nuestra rutina todas las actividades que nos hagan desconectar, reírnos, apagar o al menos reducir nuestra actividad mental y rutinas más básicas.

Desde este enfoque te propongo que incluyas en tu vida actividades y actitudes que te puedan acercar a sentirte “eternamente de vacaciones”, o al menos que puedas incorporar en tu día a día espacios sagrados que te recuerden que todos necesitamos jugar, divertirnos, y descansar.

1. ACÉRCATE A LA NATURALEZA

Si te fijas, en las vacaciones estamos mucho más en contacto con la naturaleza y eso nos da la vida. Lo «verde» ayuda a relajar la mente, a respirar y rebajar el estrés, desarrolla y afina nuestros sentidos, estimula nuestra curiosidad, nos oxigena e impulsa. En un mundo virtual de pantallas y visiones a corto plazo, se hace muy útil estar en contacto con nuestro planeta y con las posibilidades en bruto que éste nos ofrece. Te animo a que busques espacios verdes a los que acudir semanalmente en los que mirar, ver, tocar, caminar y respirar, y con ello recordar que también nosotros somos animales en libertad.

2. INTRODUCE LA CREATIVIDAD EN TUS RUTINAS

Crear es una experiencia gratificante. Observar cómo algo nuestro va tomando forma de la manera en la que nosotros decidamos, desarrolla lo que los psicólogos denominan como “motivación intrínseca”, es decir una sensación de bienestar que aparece con el mero desempeño una actividad, sin esperar recompensas externas. Para nuestro cerebro la motivación intrínseca es mucho más potente que cualquier premio que alguien nos pueda dar. Quizás te guste escribir, decorar, cocinar, pintar, montar artilugios propios, componer, actuar, improvisar. Y si no sabes cómo o qué hacer, seguro que puedes encontrar mucha información en la red de redes.

3. ESTATE BIEN ACOMPAÑADO

Como animales sociales que somos, las vivencias compartidas nos relajan y generan bienestar. La experiencia compartida es un estímulo muy potente para nuestro bienestar, nos sentimos unidos, pertenecientes. Desarrollamos la empatía, la comunicación, los intereses compartidos. Compartir el ocio con otros es algo vital para nuestra especie. Así que manos a la obra (manos, muchas manos sí).

4. JUEGA

La nuestra, es una de las especies que aun en la vida adulta necesita jugar. El juego nos prepara para las responsabilidades, nos mantiene concentrados, estimula la alegría y la risa, nos divierte, nos abre a los demás o a aspectos de nosotros mismos que teníamos olvidados. Ya sean juegos más reglados o menos, solitarios o en compañía, de cartas, deportivos, al aire libre, en el interior. Juega, por favor, juguemos.

5. APRENDE A «HACER EL INDIO»

Hacer el indio es todo un arte. ¿Hace cuándo que no pasas una hora sin sentido haciendo aparentemente nada? Nada planificado, nada organizado, un todo sin sentido. No puedo poner ejemplos, cada persona tiene su propia forma de hacer el indio.

6. MÚEVETE

Pasamos media vida sentados. Esto no lo digo para hacernos sentir culpables. Estudiar, trabajar, transportarnos es algo que está muy instaurado en la sociedad, moverse en estas circunstancias es todo un reto. Sentados y anclados pensamos mucho más. Así que el movimiento es una manera muy saludable de aportar un poco de dinamismo y flexibilidad a nuestra vidas. Caminar, visitar, correr, bailar… El baile combina muchas cosas, movimiento, creatividad, compañía, risas. Los que vivimos en grandes ciudades tenemos muchas posibilidades de bailar, hay muchas escuelas, muchos gimnasios, zumba, contemporáneo, breakdance, baile clásico, salsa, bachata, etc.

7. LAS TERAPIAS DEL DISFRUTE

La psicología y otro tipos de terapias afines se han dado cuenta de que el disfrute es una parte fundamental del tratamiento. Si necesitas un poco de guía en esto de aprender a disfrutar, hay varias escuelas que promueven activamente estas sensaciones. Como son la terapia corporal, la psicología positiva, la risoterapia, la biodanza, las clases de movimiento expresivo, etc. Igualmente seguro que la red de redes te ofrece muchas oportunidades.

Enfin, con la despedida de nuestras vacaciones decimos adiós a una época de disfrute prolongada y acompañada de buen clima. Esto nos da tristeza, ojalá esta tristeza nos ayude a conectarnos con el disfrute y la alegría que es (o debería de ser) el vivir. En septiembre empieza todo.