Antes de continuar me gustaría hacer unas diferencias de términos que nos pueden ayudar a entender esta realidad tan compleja. Comenzaré con una sutil diferencia entre los conceptos relación y pareja. Me gusta el concepto de relación como la sensación en la que yo existo en la mirada del otro y viceversa. La pareja sería, en cambio, una relación con RELACIÓN DE PERTENECIA. Se crea una institución que nos contiene y a ella también nos vinculamos. Nos encontramos, entonces, con dos amores: el amor al otro y el amor a la relación contenedora.
La diferencia entre vivir y existir también nos puede ayudar a poner bases a este tema. Vivir aparece como el hecho biológico de estar en este mundo, pero existir sería el sentimiento que construimos constantemente. Cuando las cosas, por ejemplo en la pareja, van bien no nos damos cuenta, pero si empeoran (pérdida de la pareja) nos sentimos menos existir.
¿Cómo nos hacemos existir? Por medio de dos elementos: la relación con la mamá (relación fusional) y el resto de relaciones. Comenzamos la vida con una relación, si no, no estaríamos aquí. Creamos durante la vida diferentes relaciones y logramos existir por medio de las pertenencias que éstas nos ofrecen. Sin pertenencias no hay identidad. LA PAREJA, POR LO TANTO, NOS DA IDENTIDAD.
Hoy en día, sobre todo en ciudades grandes, hay en ocasiones carencia de familia, así como de otros grupos sociales; lo que genera una necesidad de mayor pertenencia a la institución de pareja. Debido a la importancia que este sistema adquiere, el dolor tras la pérdida o por sus crisis, es más grande, ya que genera una pérdida importante también de la identidad del individuo que lo sufre. Se busca por medio de esta institución una identidad, pero con un añadido de sexuación: existo como mujer, existo como hombre.