La autocrítica negativa ¿cómo gestionar al crítico interno?

Autocrítica negativa | Por Lucía Camín, psicóloga

El crítico interno o la autocrítica negativa, es una parte de nuestra personalidad que trata de ayudarnos a ser mejores, pero que se convierte en un problema para muchas personas. Nuestro «crítico interno», utiliza la sobre-exigencia, la culpa, el miedo, la propia desvalorización, como herramientas que minan nuestra autoestima, seguridad, valoración y bienestar interior.

Sin duda las personas adultas necesitan tener una sana autocrítica para realizar esfuerzos, acatar normas sociales y revisar sus aciertos y errores. Pero esto no justifica, vivir en un clima interior de estrés e inseguridad, como el de las personas que sufren de una autocrítica perjudicial. Por lo tanto aprender a guiarse internamente y conseguir nuestros objetivos en la vida desde la amabilidad y el respeto interior, es un objetivo urgente y necesario.

¿Qué es el crítico interno o autocrítica negativa?

Para los psicólogos la autocrítica negativa, es una parte de nuestra personalidad que nos critica, exige y asusta de manera no proporcional ni sana para nuestra autoestima y bienestar psíquico. Como se trata de una parte de nuestra personalidad, suele ser útil imaginarla como un personaje interior algo rígido y estricto que nos acompaña en el día a día, dándonos órdenes, juzgándonos…, y al que llamamos el crítico interno.

Y es que en muchas ocasiones, nosotros sin saberlo podemos ser nuestros peores enemigos. Frecuentemente, podemos criticarnos severamente, agobiarnos, exigirnos en exceso, y presionarnos hasta la extenuación. Cada decisión vital, por banal que sea, puede convertirse en un verdadero calvario. “¿Estaré tomando la MEJOR de las decisiones?”, “¿Estaré alcanzando la excelencia?”.

▷ Diferencias entre autocrítica constructiva y destructiva

Una autocrítica constructiva nos permite valorar con objetividad nuestras conductas, pensamientos y sentimientos cuando estos se alejan de lo que adultamente queremos conseguir o de quién queremos ser. Bien utilizada, es un síntoma de humildad, flexibilidad, madurez y respeto hacia los demás y hacia uno mismo.

  • Objetividad: somos capaces de ver con realismo los comportamientos inadecuados sin exagerarlos y también las partes positivas de nosotros mismos en determinadas situaciones.
  • Buen trato: de una forma amable reconocemos nuestros errores sin juicios despreciativos y podemos comunicarlos o compartirlos con los demás sin vergüenza y con la intención de mejorar.
  • Comprensión: la autocrítica constructiva nos permite reflexionar sobre lo que ha ocurrido, las causas o desencadenantes.
  • Guía flexible: y nos permite buscar soluciones eficaces para cada situación, que pueden ir desde el cambio a la aceptación.

Sin embargo la autocrítica destructiva no aporta valor o riqueza interior. Ya que lejos de impulsarnos, en muchas ocasiones nos culpa injustamente, empuja o incluso limita por su severidad.

  • Subjetividad: no somos objetivos con nosotros mismos, intensificamos los errores y sus consecuencias y descontamos los aciertos.
  • Mal trato: nos castigamos por el fallo cometido con severidad y en ocasiones con desprecio lo que puede generar vergüenza.
  • Culpabilización: la autocrítica destructiva en lugar de comprender, busca estimular la culpa y el auto-castigo. Sin comprender de verdad qué ha pasado.
  • Guía rígida: la autocrítica destructiva o no busca soluciones y se queda en el castigo, u ofrece la sobre-exigencia y el cambio forzado como alternativas.