1- Desarrolla la Autoconciencia emocional (o autoconocimiento emocional)
Básicamente, el autor se refiere a aprender a identificar y comprender nuestros estados de ánimo. Pero sobre todo, a saber cómo nos influyen, cómo nuestros afectos influyen en nuestras conductas para bien y para mal. Por ejemplo ,si sabemos que desde la serenidad podemos tomar decisiones más racionales, necesitamos evitar tomar decisiones cuando estamos alterados. Igualmente si tenemos la sensación de que al estar triste, nuestro rendimiento decae, podemos darnos el permiso de descansar y recuperarnos antes de pasar a la acción.
2- Implementa la Autorregulación emocional (o autocontrol emocional)
Esto es aprender a gestionar nuestras emociones para adaptarnos mejor al entorno. Y no dejarnos llevar por ellas cuando nos pueden generar un daño a nosotros o a los demás. Así es importante saber que los estados emocionales son transitorios. Y que podemos conscientemente relacionarnos con el entorno de una manera más adaptativa. Y luego buscar un contexto más adecuado para gestionar ese estado emocional. Así que la autorregulación evita que las emociones nos secuestren en un momento determinado. No se trata de reprimirlas. Si no de contener el impacto que tienen en el entorno y en nosotros mismos. Para luego tomarse un tiempo de reflexión sobre lo sucedido. Y finalmente tomar las acciones más favorables dada la situación. Por ejemplo en una discusión con un amigo, no comenzar a reprochar airadamente. Si no tranquilizarse, y luego hablar con calma sobre los motivos verdaderos del conflicto. Para luego buscar un acuerdo de resolución.
3- Promueve la Automotivación
Nuestras emociones pueden orientar a nuestras acciones hacia una meta u objetivo. Con una adecuada automotivación, nos centramos en buscar soluciones o metas, en lugar de problemas. Para ello es necesario un cierto grado de optimismo, proactividad y tenacidad. Por ejemplo, si tenemos un objetivo que nos da miedo conseguir, podemos focalizar la atención en sus beneficios y maneras de conseguirlo. En lugar de en todos los problemas que puedan surgir y que bloquean nuestro comportamiento.
4- Desarrolla la Empatía
Es decir, aprender a desarrollar la capacidad de entender los estados emocionales de los demás. Y es que nuestro bienestar personal viene directamente relacionado con la calidad de nuestras relaciones personales. Si conseguimos descifrar los estados emocionales de los demás, sean por aspectos verbales o más sutiles como corporales…, podremos estrechar el vínculo y mejorar el contacto interpersonal. Además, el poner el foco en el estado de ánimo del otro, nos ayuda a tener objetividad sobre los nuestros. Así, podemos identificarnos con los demás. Y como se dice popularmente “dejar de mirarnos tanto el ombligo”.
5- Mejora tus habilidades sociales
Además de comprender cómo se sienten los demás, podemos practicar en dar la respuesta más adecuada a las demandas sociales del entorno. Así, aprender a ser amables con los demás, comunicarnos con ellos con honestidad y espontaneidad, escucharles, darles nuestro apoyo sin juicio, es síntoma de inteligencia emocional.