Durante el tiempo que compartimos con nuestros niños, podemos brindarnos el permiso de abrir nuestros canales sensitivos y estar receptivos a sus emociones. El resto de información acerca del estado emocional del menor, nos lo ofrece él mismo. Estas son las principales emociones básicas que podemos observar.
ALEGRÍA. Así, podemos observar cómo un niño sonríe, se le abren los ojillos y le brillan mostrando su alegría. Cuando consigue un objetivo u alguien tiene un detalle afectivo con él.
RABIA. En cuanto al sentimiento de rabia, podemos reconocerlo fácilmente en nuestros niños cuando les vemos cara de enfado, se separan en aislamiento, o comienzan una escalada de agresividad en el juego. Además, la piel se les puede enrojecer. Y la activación motriz aumenta.
CONFIANZA. Podemos observar cuándo nuestros niños están en contacto con su propio poder por el nivel de autoestima que percibamos. Por ejemplo, a través de su perseverancia en el esfuerzo de lograr sus propios objetivos.
TRISTEZA. Del mismo modo, cuando vemos a nuestros niños con los ojos caídos, su boca sin sonrisa y el cuerpo lánguido como sin fuerza podemos saber que está triste. Por algún tipo de decepción, abandono o pérdida, que tendremos que identificar.
MIEDO. A su vez, el miedo se manifiesta mediante varios tipos de reacciones : la huida, el enfrentamiento, la agitación, la pasividad, etc. Esta última puede ponerse de manifiesto mediante la paralización, el no hacer nada, etc. Por su lado, la agitación, la podemos ver cuando los niños se ponen a hacer muchas cosas sin conseguir el objetivo o sin aparentemente sentido. En casos más intensos, el miedo se puede manifestar mediante somatizaciones o comportamientos agresivos.