¿Cómo superar el miedo? Estrategias para gestionar el miedo
Cómo superar el miedo | Por Lucía Camín, psicóloga
¿Te has preguntado cómo superar el miedo y vivir sin tantos temores limitantes? Vivir sin la angustia de ir al trabajo, sin miedo al qué dirán, sin miedo a que pase algo malo. Todos buscamos ser felices, estar en armonía. Y eso pasa en parte por aprender a lidiar con esos temores que nos limitan en nuestro día a día por diferentes razones. El miedo es una emoción natural y sana en teoría, ya que nos avisa y ayuda en situaciones de peligro. Sin embargo, la realidad es que puede convertirse en una emoción tóxica que limita nuestro bienestar.
Queremos ayudarte primero a comprender tus temores y porqué aparecen. Especialmente aquellos que más se repiten y te limitan. Pero, sobre todo, nuestra intención es la de ofrecerte dos herramientas clave para que puedas superar tu miedo o temor. Esperemos que puedan ayudarte, o al menos supongan un impulso inicial, para que puedas mirar el miedo cara a cara, gestionarlo mejor y decidir qué quieres hacer con mayor libertad.
¿Qué es el miedo y porqué se convierte en un problema?
El miedo natural
Todos hemos sentido miedo alguna vez. Y es que el miedo es una emoción básica y común que aparece ante la percepción de un daño o amenaza, ya sea real o imaginaria. Cuando sentimos miedo, nuestro sistema nervioso se activa. Concretamente el “circuito cerebral del miedo”. En él, participan diversas estructuras cerebrales del sistema límbico (la amígdala, el hipotálamo, el córtex, etc.). El cuerpo se instala en un estado de alerta, que, agudizando nuestros sentidos, nos ayuda a enfrentar el peligro de manera eficaz. Ya sea enfrentando la amenaza, evitándola, o protegiéndonos de ella.
▷ Síntomas del miedo
La activación nerviosa que produce el miedo, hace que experimentemos diversos síntomas. Síntomas que notamos en nuestro cuerpo (sudoración, aumento de la frecuencia cardiaca, etc.). También cambian nuestros pensamientos, que normalmente se aceleran, se agudizan, anticipan y se centran en el problema, en las posibles consecuencias y sus soluciones. Por supuesto, nuestro estado emocional se vuelve inquieto, ansioso, etc. Y también, el miedo modifica nuestro comportamiento, ya que nos predispone a ejecutar maneras eficaces de lidiar con la amenaza. Mediante conductas de evitación, afrontamiento o protección, según sea más conveniente.
▷ La función del miedo: ¿cómo nos puede ayudar el miedo?
El miedo natural tiene una función, y es la de protegernos y mantener nuestro bienestar físico o emocional ante determinados peligros. Se trata de una emoción universal que además compartimos con otros animales. Pero, para los humanos, los peligros van más allá de los riesgos climatológicos y los accidentes o desastres. Y es que, en las personas, los contextos sociales son una fuente de amenazas también. Por ejemplo, tememos la evaluación y opinión de los demás, nuestra forma de integración en el grupo, etc.
¿Cómo nos protege el miedo? El miedo nos avisa de un posible peligro y nos prepara para afrontarlo rápida y eficazmente. Por ejemplo, nos avisa de que vamos a ser evaluados (en un examen) y nos activa para buscar y aplicar soluciones (estudiar, practicar en hablar en público, etc.).
▷ Miedos habituales y sus causas
Existen unos miedos compartidos, que, aunque pueden variar de persona a persona, suelen ser muy frecuentes. Por ejemplo, el miedo a la muerte, a la soledad, al fracaso, a la humillación, a la crítica, etc.
Si analizamos detenidamente los miedos más frecuentes, podemos deducir las causas que los originan. Así suelen aparecer ante contextos de peligro, ya sean físicos como sociales. Principalmente en contextos dónde se ponga en juego nuestra integridad física, emocional o social. Por ejemplo, los miedos suelen aparecer en mayor medida en contextos de alta exigencia y evaluación o de alta incertidumbre. Aunque también los miedos pueden estar influenciados por variables personales y por experiencias pasadas dolorosas.
El miedo como problema
Frecuentemente, las personas experimentan un miedo crónico, intenso y/o sin una causa aparente. Por ejemplo, sentir temor ante los encuentros sociales, ante reuniones de trabajo, ante un viaje. Estos miedos, lejos de resultar una fuente de protección, se convierten en causa de gran malestar psicológico y llegan a limitar la vida cotidiana.
Y es que cuando tenemos miedo, una respuesta habitual es la evitación de aquellas situaciones o personas que tememos. Aunque a corto plazo evitar lo que tememos puede producir una reducción del miedo, lo cierto es que a largo plazo hace que el miedo aumente y se cronifique. En otras ocasiones, el miedo hace que estemos a la defensiva. Preparados para enfrentar la amenaza que anticipamos. Así, el miedo puede mostrarnos atacantes, o enfadados, o permanentemente estresados y activados.
De forma que el miedo acaba convirtiéndose en un problema mayor que el simple hecho de sentirnos asustados. No solo produce estrés, agotamiento, obsesiones, vergüenza. Si no que, si los miedos son muy frecuentes y persistentes, podemos hablar de trastornos de ansiedad. Como las fobias, las crisis de pánico, el trastorno de ansiedad generalizada.
Existen muchas causas para que este miedo tóxico nos acompañe. Desde causas más estructurales como el ritmo frenético y la alta exigencia social, laboral de nuestras sociedades. Hasta causas más personales. Como la alta sensibilidad, el haber crecido en entornos temerosos, el haber vivido situaciones dolorosas o traumáticas, etc. También sabemos que el miedo tiene un fuerte componente hereditario.